Mientras camino hacia República siento que las heridas sangran de nuevo. Las nubes presencian el pánico y el dolor. Malos recuerdos, que asoman su ponzoña.
Al anochecer pienso que aquí hay menos estrellas, y que falta un perfume familiar, dulce y suave.
Sé, o imagino de cierta forma, que de noche, antes que te duermas, extrañas el perfume femenino, los labios de otras mujeres y sentir como tus manos finas y delicadas recorrían otros cuerpos.
En este foso maldito que llaman ciudad se siente un aroma inocuo y estéril, mientras un ruido incesante no deja pensar.
¿Que hora son ya? Da igual, en el cielo falta algo más.
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