8/7/13

28/5/13

Pedir, exigir, esperar.

Es mucho pedir ser oído, cuando las palabras revotan contra el espacio vació.
Es demasiado pedir ser obedecido, aún cuando uno tiene el poder.
Es un exceso querer sentir compañía, cuando están ocupadas luchan batallas inexistentes.


Al final del día, no importa cuanto uno quiera ser oído, o que tanto uno se esfuerce para ayudar, siempre serás el malo y el que no comprende.

Sólo quiero lograr lo mejor, sólo quiero la tranquilidad, sólo quiero que abandones las actitudes estúpidas y comiences a sonreír. Pero querer eso, pretender que las palabras sean escuchadas, parece ser demasiado.

El malestar estomacal, el rechinar de dientes, y la mala comprensión de cada letra, es el único consuelo que te dejan. Ni un beso, ni una caricia, quizás una sonrisa forzada; esperar un "tienes razón" no es razonable, sobre todo cuando uno es el loco sin rumbo.



La tontera me cansa, las contradicciones me saturan, las inconsistencias me aburren; pero más aún el no aceptar la mano tendida, por miedo o ceguera.

Solo (en la ambigüedad de la palabra) espero, aunque sea un gesto de paz de su parte; me gustaría uno de aceptación, aún más uno de verdadera sumisión y obediencia, pero aquí esto vale poco y nada - o sea, tanto más que las palabras pronunciadas.

9/1/13

No puedo vivir si es que no hablo con aquel rostro brumoso, aquel que ya sólo existe en mi mente.
Rostro con ojos afables, que contienen e impiden que caiga en la locura; ojos cuya mirada penetrante, me recuerdan que no estoy del todo solo.

27/11/12

Juegos de adultos

Los niños juegan a ser adultos, y los adultos juegan a - y en algunos casos con - ser niños.
Otros estamos en el medio, no siendo completamente niños y mucho menos siendo enteramente adultos; simplemente, viviendo sin encajar en ningún lado.
Por el día juegas con tus juguetes, en las noches te divierten juegos más serios.

Perdido entre dos mundos que no entiendes, pretendes seriedad e interés. Por las noches lloras deseando tener 15, esperando esta vez no malgastar lo que no podrás tener dos veces; en el día ansias las ofertas nocturnas, las fantasías de los toques nocturnos.

14/9/12

Prueba

Esto no es más que una prueba. No, en serio, es sólo una prueba.
No me refiero a nada extraordinario, sólo me refiero a que es una prueba.
No me malinterpreten, sólo digo que es una prueba y como tal, no debe ser tomada en serio.

Si la prueba es un éxito, podrán ver esto; y van a creer que es en serio, pero sólo es una prueba.

11/5/11

Om




Todos vibran. Todos tienen una frecuencia.
Todos lo pronuncian a su forma. Todos lo emiten a su propia forma y por él tienen forma.
Todos por separados lo pronuncian y todos, en conjunto, lo pronuncia al mismo tiempo, generando un solo sonido que atraviesa todo el cosmos.
Lo pronunciamos y por él somos pronunciados.

Te escuche en un momento de silencio, todo callo y sentí la vibración de todo cuanto me rodeaba, las personas vibraban, los asientos, las luces, el piso, mis manos, mis brazos, mis piernas, mis labios...Todo decía "OM" a su manera, con su voz propia, con cada vibración.
Solo fueron unos pocos segundos... sientes la vibración y estate toca...luego el desplome, el suelo en tu cara.

Todo más lejos que antes. Vibras en la misma sintonia, luego se acaba.
Todo mucho más lejos que antes y con el amargo sabor del retroceso.


20/3/11

The Bad Guy in the Film

Me gusta saber que el asesino no soy yo, por eso siempre leo el final del guión, pero en un final revelado, el camino que me conduce hasta ahí está cubierto de niebla.
A veces me duermo con el creciente temor a convertirme en el tipo malo de la película, tengo pesadillas donde me veo con la pistola en la mano apuntando a un inocente ser.

Es un tanto cliche decir: "no es malo, es sólo presa de sus circunstancias". Por suerte siempre he pensado que Ortega y Gasset estaba equivocado, aún así, nada nos exime de nuestros errores, nada cambia el hecho de que, en la mitad de la película, soy el malo.


Puedes intentar cambiarlo, puedes jurar que será diferente al final y siempre será así (siempre será diferente el final), pero nada cambia el hecho de que, durante una escena, fuiste tú quien apunto el arma contra el transeúnte inocente y que, por un minuto, fuiste el sospechoso ideal y ahora, eres uno más de los sospechosos de siempre.

El contrato ya está firmado, el muy imbécil debió leer el guion completo antes de firmar.